jueves, 7 de abril de 2011

Crónicas de la bruja. Relato primero


A veces me gusta pensar que gente como yo era el blanco perfecto para los Señores de la Santa Inquisición, ya fuera una gitana interpretando el futuro en las líneas de la mano y preparando pócimas abortivas en la Europa Medieval, o la nana mestiza que recogía yerbas curativas al amanecer, en las afueras de cualquier centro urbano colonial, en la desaparecida Capitanía General del Reyno de Goathemala.
Me gusta pensarme como esas mujeres que durante las épocas más oscurantistas pudieron rebelarse y libremente, procrear o no, amar a quien desearon y sobre todo, ejercitar una espiritualidad marginal y condenada por una más que doble, múltiple moral determinada, como casi todos los sistemas morales, por la ignorancia más atrevida, puesto que quienes detentan esa falsa moral, pretenden constreñir el libre albedrío de sus prójimos, que según sus propios dogmas, les fuera otorgado por la deidad a la cual veneran.
Me encanta creer que tengo alguna identidad con los espíritus libres y valerosos de las brujas que durante cientos de años fueron asesinadas de diversas maneras por los Santos Inquisidores, los guardianes de la moral y el orden, los que en el fondo de su corazón veneraban al innombrable y en nombre del amor y la bondad cometían los crímenes más gratos al espíritu del mal.
Mientras sus víctimas, las llamadas brujas, nada más eran mujeres libres y poderosas, que si bien contravenían el dogma de la religión dominante, también ejercían como consejeras, sanadoras y  guías de sus pueblos.
Su modo de vida libre las apartaba de la moral y costumbres dominantes, y su condición, casi siempre miserable como lo es para la mayoría de “mujeres solas”, especialmente las campesinas, contribuía a afianzar ese espíritu de libertad que provocaba el temor y el resentimiento de los machos gobernantes, quienes adivinaban en ellas el poderoso y ancestral espíritu femenino, al que aún hoy, temen más que a nada.
Me gusta pensarme tan valiente como para tener similitud con quienes algún día, caminaron tranquilamente al sacrificio, en defensa de sus prácticas y creencias.
Pero no. En realidad soy nada más alguien que comienza a envejecer esperando por lo menos alcanzar los 95 años y por supuesto, llegar a esa venerable edad en buen estado de salud y con mayor inteligencia que la actual, bastante precaria desde siempre.
En realidad lo que espero es no engordar demasiado ahora que voy llegando a los cincuenta, escribir un libro con las recetas de cocina que he ido practicando en estos pocos años de incursionar en el vegetarianismo. Ver crecer a mis descendientes y conocer a mis bisnietos.
Espero seguir como ahora, ganándome la vida con ocupaciones gratas que me permitan seguir siendo yo misma hasta el último día y no permitir nunca más que la necesidad de una estabilidad ilusoria vuelva a gobernar mi vida, llevándome por caminos ajenos y extraños a mi yo más profundo, que en el fondo, sigue creyéndome una bruja digna de llegar a la hoguera para reafirmar su libertad.

Roxana Orantes Córdova
12/03/2011

5 comentarios:

  1. ¿A cuántas otras brujas conocés que deambulan por ahí?

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  2. Yo, yo, yo... sobre todo por aquello de apartarse de la moral y de las practicas dominanes...
    Un abrazo

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  3. qué de ahuevo hermana cabal. lo leí con las patojas (Aidé y Maritz), parte de la formación jejeje... abrazos hermana.

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  4. Es muy bueno lo que escribís Tana. Estoy dusfrutando del blog. Ojalá escribás sobre Mimi. Abrazo

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