jueves, 15 de diciembre de 2011

Los frutos del bonsai...una flor en la azalea

 

Hoy comenzó a florecer mi prebonsai de azalea
Comenzó hace algunas semanas, como un botón blanco que me asombró porque hace un año, cuando la compré en el mercado central, estaba llena de flores rosado oscuro, casi fuscia.

Mi azalea es el primer bonsai que comencé a trabajar desde un arbusto. La afición comenzó cuando el año paasado me gané un olmo chino de ocho años en una rifa y poco después compré esta planta que hoy está floreciendo. A ésta siguió un olmo chino en arbusto de tres años, al que le acabo de separar un acodo aéreo que según parece va a tener éxito.

Al fondo, la azalea después de su traslado
a la maceta de bonsai. El tronco que sobresale
fue eliminado en agosto.


Poco después de la primera poda y de haberle cortado la raíz pivotante, la planta dejó de florecer, aunque siempre ha tenido buena salud. Cuando veía otras plantas similares llenas de flores, mientras la mía parecía que no iba a volver a florecer, pensaba que ese era el precio del corte de raíz y varias podas.

Esta azalea tenía desde el principio una forma particular, que me hizo pensar en el estilo llamado "azotado por el viento". La ventaja en este caso es que no hubo necesidad de alambrarla para darle la forma deseada. Pero tenía un tronco paralelo que debí reducir con varias podas y finalmente, cortarlo para que quedara el tronco principal limpio.

Después de dieciséis meses de tenerla conmigo, comenzó a mostrar cierta resignación por su nueva condición de árbol enano, o árbol en maceta, que es el significado de la palabra bonsai. Y a la resignación siguió cierta alegría, que se manifestó con dos botoncitos blancos que me hicieron sospechar la cercanía de flores. Y aunque el primero de los dos botones tardó varios días para decidirse a asomar a la vida, acercando a mi azalea a la condición de bonsai floreciente, su belleza y la salud que literalmente brota de mi bonsai son suficiente recompensa y al mismo tiempo, enseñanza sobre la principal cualidad que se necesita para conseguir un bonsai: la paciencia.

Mi azalea hoy por la mañana. Detrás y a la izquierda,
el olmo del que conseguí mi primer acodo aéreo,
con la valiosa guìa de mi maestro H, que alambró el olmo,
el cual será estilo "escoba", mientras la copa
será un arbolito estilo "erecto formal":


martes, 22 de noviembre de 2011

Lidia y Alejandro


El retrato de Lidia tiene fecha 1976. Ella me lo regaló en 1980,
en una extraña noche de bohemia en medio de la dictadura militar.

Marta Lidia, retratada por Alejandro
Como todos, supe que se murió Alejandro Urrutia. Mi primer recuerdo de el es su exposición de homenaje a Miguel Ángel Buonarotti, en la galería El Túnel, donde llegó con su humildad de gran artista, vestido de negro y acompañado de Marta Lidia, la compañera con la que compartió veinte años de locura y creación artística. Entonces Alejandro tenía apenas treinta años y yo lo veía como un venerable señor que lo sabía todo sobre el arte. Y casi seguramente no me equivoqué.

Muchos de los dibujos expuestos esa noche de principios de los ochenta en el Túnel eran retratos de Marta o de sus hijos. Dos de estos dibujos vinieron a parar a mi vida en una de esas larguísimas excursiones a las cantinas que realicé en una juventud en la que si bien una dictadura militar relevaba a la otra, no había ley seca y a los "bohemios por no decir borrachos", como decía el sapito Quexel, nos amanecía caminando por las calles del centro, recitando provocadoramente poemas de Maiakovsky o de Otto René Castillo, cantando desentonadamente la Internacional, maldiciendo a los chafarotes, retando a la siniestra dictadura sin más propósito que la rebeldía pura, cercanos a los anarquistas.

En una de esas noches, entrando en una cafetería china de la calle Martí, vi por segunda vez a Marta, que compartió la cerveza y gritó muchas consignas y frases revolucionarias con nosotros y antes de irse sacó de un folder dos dibujos y me dijo: "te los regalo patoja porque vos me caes bien"...no lo quería recibir, no me la podía creer pero me estaba regalando dos de los dibujos expuestos en El Túnel. Uno de ellos, un par de piernas de balletista también a lápiz, terminó con alguien de mi familia. El otro me ha acompañado siempre y es uno de mis tesoros más preciados.

Si no me equivoco, Marta y Alejandro se conocieron cuando los dos eran bailarines del ballet Guatemala, actividad que Alejandro abandonó para dedicarse solamente a la pintura, donde resaltó como uno de los maestros más sólidos y consecuentes.

Cuando tenía veinte años lo oí citar a Modigliani y esta fue una cita que nunca olvidé: "aprende la Academia con la condición de olvidarte de ella", decía siempre en esos primeros años de "democracia", cuando Cerezo gobernaba y los pintores del Cerrito se citaban religiosamente los domingos por la mañana, tal como ahora.

Alejandro visitaba la escuela frecuentemente y todos los pintores se congregaban a escuchar sus frases lapidarias sobre la moral y la política, como también sus narraciones sobre la vida de los pintores y las diferentes escuelas de la plástica.

Lo ví por última vez hace poco más de un año. Entró a Picadilly con otros dos pintores y platicamos unos minutos. Marta había muerto en los noventa, atropellada por una camioneta en una tarde de delirio. Alejandro muere ahora en Antigua Guatemala. Se pierde en la distancia, tomándose la cerveza de todas las tardes en la Mesa Redonda, donde ahora hay una venta de dobladas, sentado en la mesita de siempre, viendo para la sexta y vestido de negro, con el pelo también muy negro y una chalina negra rodeándole el cuello. Saluda a la gente que pasa, entre ellos a los estudiantes de plásticas que se acercan a saludarlo y a tratar de enseñarle sus dibujos para que se los comente.

Salud, estimado maestro.

sábado, 22 de octubre de 2011

La vida, ese milagro


 
Las semillas se engordaron y se abrieron, dejando salir un cordón
umbilical con un piñón en el extremo. Del piñón brotaron las pequeñas araucarias.

 
   Encontré las semillas los primeros  días de agosto recién pasado, cuando atravesaba el parque San Sebastián antes de las ocho de la mañana y las ví, enormes y cubiertas por una corteza verde y me pregunté si sería capaz de lograr que germinaran en mi casa, para algún día en unos quince años, tener bonsais de araucaria.

Tal como estas eran las semillas que encontré
en el parque, hace dos meses. La foto es de la web,
pero las semillas eran idénticas a estas.

Según dicen, es una de las semillas más difíciles de germinar y  una de esas especies de las que es preferible lograr el bonsai por medio de un esqueje y no de semilla, porque la genética puede ser traidora y el hijo no parecerse en nada a la planta originaria. Además de que, por ser de crecimiento lento, debemos esperar varios años antes de ver el arbolito enano en su maceta china o japonesa.
Otra sugerencia para lograr bonsáis de araucaria es encontrar el arbolito de unos cinco años en un vivero, llevarlo a la casa y trabajarlo desde ahí, logrando un prebonsai rápidamente. En todo caso, en este mi primer año de acercamiento con ese arte milenario, no he tenido buena suerte con las coníferas y mientras he logrado resultados aceptables con varios prebonsais de otras especies que comentaré en otro momento, el ciprés y el junípero se murieron, aunque del ciprés logré rescatar algunos brotes.
Por esas malas experiencias no tenía ninguna intención de trabajar con coníferas, pero no pensé en esto cuando encontré las semillas sino más bien lo pensé como una oportunidad de contemplar todo el proceso de nacimiento de un árbol tan majestuoso como esta conífera y aunque faltan muchos años para tener un prebonsai de éstas, ya digo que me han traído muchísimas alegrías. La primera, que germinaron y se convirtieron en plántulas.
El árbol puede llegar a medir hasta 60 metros y es uno de los bonsais más apreciados. Por ser una conífera de crecimiento lento, la araucaria puede tardar 20 años en florecer por primera vez. Las floraciones se repiten cada tres o cuatro años.
Entonces puedo asegurar que tuve una gran suerte al encontrarme con las semillas, de las cuales rompí una para comerme el piñón (no iba a desaprovechar esa oportunidad) Después de sacarlas de su corteza verde, las remojé durante dos días en agua fría y las puse en recipientes planos, con una mezcla a partes iguales de arena cernida y tierra con broza también cernida. Comencé a regarlas sin estar totalmente convencida de que las semillas germinarían.
Y con una sorpresa llena de reverencia ante los misterios de la madre Naturaleza, pude ver a los pocos días cómo comenzaban a engordar hasta llegar casi al doble de su tamaño. Poco después se abrieron y de ellas salieron unos cordones idénticos a los umbilicales de las especies mamíferas. En la punta de cada cordón había un piñoncito hinchado, del que pronto brotaron las plántulas de pequeñas araucarias excelsas.

Una mañana de agosto, en el parque San Sebastián...
Plántulas y semillas
De siete semillas que puse a germinar, cuatro se convirtieron en plántulas, una se pudrió y otra no tenía indicios de germinar. La deseché y esto fue un error, porque ya comenzaba a desarrollar una raíz.
Las dos plántulas que fotografié se ven muy sanas por el momento y espero que alcancen el tamaño indicado para un primer corte de raíz pivotante y luego simplemente dejarlas crecer en una maceta pequeña. La araucaria es una especie que no sólo no necesita, sino más bien, no tolera las podas, por lo que para obtener un bonsai de este árbol, es suficiente con trasladarlo a una maceta pequeña con el sustrato adecuado, que consiste en más tierra con broza que arena. El riego debe ser sobre las hojas más que sobre el sustrato porque sus raíces pueden podrirse fácilmente.

Es un árbol especial, por su antiguedad y por estar en
riesgo de extinción. Puede medir hasta sesenta metros (de la web)

Por el momento estoy gozando el milagro de la vida, expresado en esas pequeñas plantitas que llenan mi cocina convirtiendo mi casa en un bosquecito miniatura. Y dentro de todos esos futuros arbolitos, las araucarias me sorprenden cada día.

Algo sobre la araucaria
Es un árbol mítico, oriundo de América del Sur, específicamente Chile, aunque existen variedades en Australia. Las semillas que encontré pertenecen a una araucaria muy similar a la de la foto, que actualmente mide aproximadamente veinte metros.
Una leyenda atribuye a los piñones o frutos del árbol el concederle a los nativos de Chile una fuerza extraordinaria que les permitió combatir y resistir a los invasores españoles.
En todo caso, los piñones son un fruto farínáceo, que contiene diversidad de aceites beneficiosos para la salud y actualmente es ingrediente de platos muy nutritivos y sabrosos, como la salsa pesto.
Se atribuyen propiedades medicinales a la resina del árbol, considerada curativa en dolores de cabeza, úlceras y contusiones.

En cuanto a la araucaria como bonsai, encontré una foto en la web que ilustra aproximadamente el resultado que espero tener en unos diez o doce años:
Como bonsai es una especie muy apreciada (foto de la web)





viernes, 23 de septiembre de 2011

Salud, dieta y perdón


"Mis amigos son unos atorrantes" (Serrat)
 Llegando al medio siglo puedo presumir de una salud muy buena. Posiblemente porque al cumplir cuarenta cambié mi estilo de vida hacia uno más natural que no excluye momentos de conga, como se ve en la foto que el otro día me tomaron con mis queridos amigos Milvia, Diana y Ronald, tres de las personas a las que más quiero y respeto por su cultura, su sensibilidad y su sentido del humor. Agradezco a la vida porque mis amigos son  alegres y sin complicaciones, aunque muy pocos (tal vez ninguno) pueda presumir de millones en el banco, pedigrée criollo o tarjetas de crédito VIP.  La verdad, no sé ni me importa de dónde vienen mis amistades, en cuanto a sus linajes o créditos académicos (que algunos de ellos los tienen). Lo que valoro es una buena plática, sin pretensiones de intelectualidad y con mucha alegría, que nos hace tanta falta en esta tierra. Mis amigas y amigos son gente libre que no cree en los convencionalismos ni culpabilidades. Los coloco en primera instancia en relación con mi buena salud, porque pienso que de nada me serviría alimentarme sanamente y practicar mi hata yoga todas las mañanas, si no tuviera a todas esas personas amadas a mi alrededor, haciendo mi vida más fácil y amena, acompañándome en los momentos más tristes, como en el entierro de mi querido Rodolfo, asesinado por la iatrogenia de malos médicos. En segundo lugar, para mantener buena salud a los cincuenta, después de la cercanía de mis seres queridos está la dieta sana, que excluye las endemoniadas aguas negras destructoras de los riñones y por supuesto, cualquier clase de animal muerto.
En tercer lugar está el perdón. Hay que perdonar a quienes nos ofenden. Perdonarlos es no tener ningún sentimiento respecto a ellos y no sentir cólera ni molestia por sus vanas ofensas y sus palabras hirientes. Perdonarlos es tratar de restar importancia a los intentos de ofensa y cuando la imagen del agresor se nos presente, sintonizarnos con la Madre y decirle a esa imagen mental de la persona que nos ha ofendido: te perdono y te dejo  ir en paz. Que tus palabras y malos deseos vuelvan al lugar de donde proceden. Que nada de lo que me estás deseando se te cumpla y que jamás volvás a atravesarte en mi camino. 
Y seguidamente, con la agresión totalmente borrada de nuestro mapa mental, pasar a otro asunto. Les garantizo, amigas y amigos, que el perdón será inmediato y que una hermosa sensación de salud llegará a nuestro cuerpo en el momento de alcanzar ese estado tan relajante y agradable que es el perdonar a nuestros enemigos.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Receta robada. Los rollos de acelga

Hace ya más de un mes comí unos rollos de acelga en un restaurante ovolacto que me gusta pero es muy caro, sobre todo cuando se trata de que coman muchas bocas que además comen demasiado bien. Entonces me decidí a tratar de copiar la receta lo más fielmente que pude. Publico el resultado paso a paso, esperando que le sirva y guste a alguien.
 
1. Salsa o recado
2 libras de tomate
El resultado final.

2 cebollas grandes
2 pimientos rojos, grandes
ajo al gusto (puede ser desde 1, yo le pongo 6 ó 7)
1 taza de aceite de oliva extravirgen
Pizca de: sal, azúcar, pimienta
Cortar el tomate en dados gruesos, igualmente en trozos grandes la cebolla, pimientos y ajos. Freír en un poco de aceite de oliva hasta que estén suaves. Agregar agua y dejar que hierva. Salpimentar y dejar que enfríe.

2. Relleno

La okara, lista para rellenar las hojas de acelga o un taco
o para consumirla acompañada de arroz integral.

El principal ingrediente de este relleno es la okara o el residuo que queda de la leche de soya. 
3 tazas de okara
1 rama de tomillo
1 zanahoria, cortada en cuadros muy finos
1 puñado de ejotes cortados en rodajitas muy finas
2 tomates
1 cebolla
1 ajo grande
aceite de oliva
Al gusto: pasas, pecanas, maní, aceitunas, semillas de marañón o cualquier clase de nuez.
Cocer los vegetales al vapor, con una rama de tomillo en el agua.
Cuando estén al dente, escurrirlos y dejarlos enfriar.

Preparación de los rollos
3. Acelgas y otros
3 manojos de acelga muy bien desinfectados. Insisto mucho en esto por los pesticidas que pueden quedar como residuo en los vegetales y producirnos alergias.
Quesos: 1/2 libra de mozzarela y 1/2 libra de quesillo
Pimienta y orégano al gusto
1/2 manojo de hierbabuena desinfectado

Listos para entrar al horno
Preparación
En un pyre.x o molde cuadrado (aprox 10 por 17 pulgadas) se coloca una cama de salsa. Aparte se rellenan las hojas de acelga, que se colocan en el molde por capas, poniendo queso y salsa entre cada capa, finalizando con salsa, queso y hierbabuena. Se hornean a temperatura media (250 centígrados) durante media hora o hasta que las hojas de acelga hayan cambiado de color y el queso esté derretido. Se pueden acompañar con arroz, pasta o papas y aguacate.







lunes, 22 de agosto de 2011

Mi tía la Griselda o la capitana María


La Griselda es la de en medio, la
Chita es la grande y la Dora es la pequeña
 Tengo la suerte de descender de una familia rebelde y contestataria, de personas que creyeron en ideales por los que sacrificaron, no solo su patrimonio sino también sus vidas. Mis tíos y tías Orantes son un ejemplo de esto y hoy quiero hablar de la Griselda, hermana menor de mi padre y cuarta hija de mi abuela Tita. Yo, con el privilegio de ser la sobrina mayor, la bauticé como Tela.
Nació en plena revolución de Octubre, en septiembre de 1947. Mi abuelo, propietario de una pequeña finca, era naturalmente miembro y colaborador del Movimiento de Liberacón Nacional (MLN), el movimiento ultraderechista que amparado en el Cristo de Esquipulas y avalado por los gringos derrotó a la revolución arbencista. 

Con mi querida Tela, una temporada
en la finca (1964)

Cuando la Griselda nació, mi Tita y sus hijos ya se habían mudado a la casa de la 13 calle, pero pasaban sus vacaciones y muchos fines de semana en la finca. Ahí comenzó todo, me contó la Tela muchos años después. En unas vacaciones salió a pasear a caballo y en el camino de terracería por el que se entraba a la finca vio a una pareja de "mozos" llevando cargada una cajita de madera, en la que llevaban a su pequeño hijo muerto.
Los dos se pararon a su paso y la siguieron con la mirada. Una mirada de odio y de rabia tan grandes contra una niña de doce años que ella no pudo explicarse y según me contó, desde ese momento comenzó a indagar por qué se les había muerto de hambre y de pobreza el niño al par de "mozos" y también por qué la habían mirado con tanto odio y tanta cólera. Así fue como comenzó a dejar de ser la niña Griselda y a convertirse en la Capitana María.

Mural hecho por los compas desmovilizados de las FAR,
en la cooperativa donde la Griselda
está enterrada.Ella aparece en la esquina derecha 

Por supuesto que su conversión de niña acomodada a dirigente revolucionaria fue gradual. Tan gradual que le dio tiempo de gozar una juventud de viajes, estudios y diversiones. Según me cuenta mi madre, cuando ella, recién casada, llegó a vivir a la "casona" de la Trece, la Gris era la alegría y alma de ese hogar.  Mi mamá le llevaba dos años e inmediatamente se hermanaron en una fuerte amistad. Se ponían vestidos iguales, se metían por los tejados a una casa abandonada en la vecindad, patinaban...todo esto mientras yo era cuidada por mi Tita, madre sustituta de una nieta que era hija de dos adolescentes.
La Gris fue creciendo y madurando, finalmente se graduó de secretaria, estudió un tiempo Arquitectura y pintura y por último, acompañada por mi tía Thelma Córdova (de quien debo escribir un día de estos), y su amiga María Eugenia Vásquez, se fue a Alemania con solo 21 años y la exigua suma de cien quetzales que le mandaba mi abuelo.
Con su gran don de gentes y una simpatía natural que muy pocos pueden presumir, la Griselda logró que el cónsul guatemalteco las becara para estudiar diplomacia. También aprendió alemán y tuvo un par de novios. Pronto regresó y apenas aterrizando, la realidad guatemalteca la volvió a golpear en el rostro. Mi tío Arnoldo Orantes (el Capitán Raúl), ya se había vinculado con las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y comenzaba a estar en la clandestinidad. A través de su hermano conoció al que luego sería su esposo, el comandante Pablo, con quien procreó una hija y dos hijos, en medio de la lucha, la clandestinidad y la montaña.
Conozco muy poco de sus años como militante, pero sé que destacó por su valentía y claridad ideológica. Jamás vendida a la burguesía ni traidora a los ideales revolucionarios, la Capitana tuvo a su cargo muchas tareas en su organización. Entre ellas, la formación de niños campesinos a los que enseñó a leer y escribir, las comunicaciones por radio y la elaboración de documentos teóricos sobre la guerrilla y la revolución.
Una anécdota que pinta muy bien a mi familia es que, como atea, la Gris no iba a bautizar a ninguno de sus hijos, pero su tía Elvira llevó a la mayor a bautizar a escondidas, "para hacerle un favor". Como dirigente revolucionaria nunca abandonó su formación y fue parte del primer grupo que estudió periodismo, cuando en los setenta se formó la Escuela de Ciencias de la Comunicación.
Siendo miembro de una organización que me atrevo a llamar de cierto corte estalinista, ella nunca perdió su sentido del humor ni su buen gusto. Una ex militante de las FAR me contó que su puesto de radiocomunicaciones era una cabaña de madera que ella tenía decorada con toda clase de flores y plantas. Cuando se estaba negociando la "paz", ella debió viajar mucho y en uno de esos viajes, mientras estaba en España, asistió a un concierto de Rolling Stones que gozó como una adolescente. En determinado momento de su vida, una rara enfermedad la atacó y la dejó inmovilizada, pero no logró derrotar su amor por la vida y su alegría natural. Menos su sentido crítico y autocrítico. Murió poco después de que se firmaran los acuerdos de paz. Como revolucionaria y atea, pidió que su cuerpo fuera incinerado. Sus cenizas dieron vida a una ceiba que fue sembrada en la cooperativa Nuevos Horizontes, donde crece y seguramente siente la cercanía de sus queridos compañeros.


 

miércoles, 6 de julio de 2011

Crónicas de la bruja. Relato Cuarto. Hatuey, mi héroe favorito


 
La quema de Hatuey, grabado que me fusilé de internet.
 Cuando era niña y estudiaba la primaria en la escuela Hermanas Giralt en la Habana, Cuba, mi héroe favorito era el cacique Hatuey, gracias a la maestra Elba, quien había notado mi constante distracción y falta de atención total y pronto me proveyó con una gran cantidad de folletos que se llamaban Episodios Nacionales, donde fragmentos de la historia cubana se adaptaban como lectura para los escolares.

Los sabios  inquisidores
De ese modo, mientras mis compañeros realizaban a saber qué tareas y aprendían quien sabe qué contenidos del programa educativo, yo leía los episodios y por primera vez en mi vida, asistía a estudiar con alegría.

La mayoría de las narraciones eran sobre la lucha contra los colonizadores españoles y el primero de todos esos episodios era la historia de Hatuey, un cacique taíno que había viajado desde la isla de Santo Domingo para advertir a los nativos cubanos que no confiaran en los españoles, que no se convirtieran a su religión y que los recibieran como a invasores, disparando con sus flechas.

Por supuesto, Hatuey fue capturado por los españoles y quemado en la hoguera. Antes de que prendieran el fuego, un cura se le acercó y le prometió el cielo a cambio del bautizo. Hatuey le preguntó si los españoles iban al cielo y ante la respuesta afirmativa del cura, dijo que prefería ir al infierno, si es que en el cielo iba a encontrar a los españoles que estaban saqueando y asesinando a su pueblo.

Casi cuarenta años después, sin un motivo especial, amanecí pensando en la historia del cacique valiente, que prefirió morir con la amenaza del fuego eterno antes que pactar con sus enemigos. Y me dediqué a buscar las ilustraciones para compartir este relato con quienes se toman el trabajo de leer este mi espacio. 

miércoles, 22 de junio de 2011

Hoy hace quince años conocí a Chofo

Hoy es 22 de junio, tal como aquel día de 1996 cuando conocí a Chofo en un concierto de homenaje a Santana que se celebraba en Pie de Lana, justamente en el mismo lugar donde Juan Carlos y yo habíamos visto pocos días antes, la sombra o fantasma del famoso ladrón. Esa misma noche comenzamos a vivir juntos, en una relación que se prolongó durante nueve años y terminó de manera tan abrupta y violenta como había comenzado. Paradójicamente, entonces comenzó nuestra verdadera amistad y por supuesto un gran amor que se mantiene y estará ahí mientras yo siga en esta vida. Nos separamos en mayo de 2005 y meses después comenzamos a vernos otra vez, primero como amigos,  poco a poco como siempre. Chofo en realidad se llamaba Rodolfo Ramos y había pasado toda su vida en la zona 6,en "la cuadra", con su grupo de amigos que siguen asoleándose todas las mañanas en la misma banqueta desde hace por lo menos treinta años. Durante los nueve años en que vivimos juntos lo compartíamos todo. Desde la música a la ropa y los libros, la comida y las ideas. Tanta identidad y cercanía terminó por hacernos daño y cuando ya no pudimos seguir con una relación que cada día se convertía en algo más parecido al matrimonio que tanto rechazábamos, tuvimos que separarnos. Y cuando finalmente comenzábamos a reencontrarnos, se sometió a una operación que era innecesaria, tomando en cuenta que no se hacía para salvarle la vida sino para librarlo de un molesto dolor en un pie. No sobrevivió ni dos meses a la intervención. Se fue para otro lado y para siempre el 10 de febrero de 2010. Chofo era alguien que por sobre todas las otras cualidades que pudo tener, era de una humanidad tan auténtica y libre como no he conocido. Incapaz de ofender o hacerle daño a otra persona, vivió una vida intensa y siempre hizo lo que su voluntad le dictaba. Nunca tuvo ni siquiera un rasgo del machismo que se atribuye a los hombres guatemaltecos. Engendró una hija a la que quiso absolutamente y tuvo muchos amigos que seguramente, como yo, todavía lo lloran.

lunes, 30 de mayo de 2011

La higuera del diablo

Foto del higuerillo, encontrada en la web
Mi "mano" con las plantas no es tan mala como la de una mítica señora a la que apodaban "Juanita Matapalo". Todos mis prebonsais han sobrevivido a mis podas y trasplantes y la mayor parte de las semillas que sembré germinaron y ya son todas unas plántulas listas para la primera poda de raíz pivotante y el primer trasplante a macetas de engorde.

Pero también han habido incidentes y enfermedades de algunas plantas. La crásula arborescens se enfermó de un hongo muy común en esa especie y no logré salvarla. Al junípero lo tengo "hospitalizado" porque al parecer, le cayó mal el sustrato calizo (estaba sembrado en una piedra) y se puso todo seco y triste.

Una plantación de higuerilla (foto de la web)
La misteriosa desconocida, que hasta hace dos días creí un Acer Palmatum se le cayó por accidente a mi madre. Aunque la maceta se quebró y se le dañaron casi todas las hojas, logré salvarla y le quedó una hojita solitaria que ya comenzó a reponerse y tiene un nuevo brote incipiente. 

Pero resultó que no es el arce de mis sueños, sino la muy común higuerilla o higuera del diablo, planta que plaga las orillas de todas nuestras carreteras, que además nos provee del espantoso y muy útil purgante aceite de ricino.

Me dí cuenta el domingo, cuando caminaba por la carretera que va a San Juan Sacatepéquez, al ver una plántula idéntica a la mía creciendo en una llanta abandonada a la orilla de la carretera.

Al llegar a mi casa, por un momento pensé deshacerme de ella, por "común y silvestre" pero sobre todo porque sospecho que puede ser una planta de cultivo anual y entonces no tendría mucho sentido cuidarla como prebonsai todo un año...pero resulta que me he encariñado con ella, como con todas las otras.

Mi plantita de ricino, antes del accidente
Y no me atrevo a matarla, aunque después del accidente solamente le queda un tronco largo con una hojita hasta arriba.

La seguiré cuidando y esperaré a ver qué pasa con ella. Y ya me prometí que para la próxima exposición de bonsai me compraré un arbusto de arce.

viernes, 27 de mayo de 2011

En Perú con mi papá. Una foto que fue negativo por más de 40 años


Y entonces fue cuando descubrimos
que no existía Santa. Claudia,
con oso celeste (Lima, diciembre de 1969)

Mi papá era un patojo que estudió interno unos años durante la primaria.  Su casa era el casco de una pequeña finca cafetalera a treinta kilómetros por lo que debía pasar la semana lejos de mi Tita y sus hermanos menores.

Esos oscuros años de interno y luego de “cuartainterno” los vivió bajo la protección de su hermano Juan Manuel, que lo defendía de los grandulones. Ya como cuartainternos, los dos hermanos se quedaban a dormir entre semana en la casa de sus tías abuelas Rosita y Nomeacuerdo Orantes “dos viejas muy tacañas y con mucho, mucho pisto”.
Cuando finalmente don Paco compró una casa para que sus otros cinco hijos estudiaran en la capital, mi papá ya estaba en lo que entonces se llamaba prevocacional, en el colegio del “Loco Silva”, donde los vestían con horrendos disfraces militares para marchar el 15 de septiembre, según contaba. En ese colegio conoció y se hizo amigo de mi tío Rudy, quien le presentó a mi mamá, su hermana menor, que estudiaba el sexto de primaria en el Sagrado Corazón.
Cuando mi papá se graduó del bachillerato recibió una camionetilla nueva como regalo, pero la vendió muy pronto, porque tenía varias aversiones fuertes y posiblemente la principal era hacia las posesiones. Otras dos cosas que no toleraba eran la rutina, las ceremonias y la cursilería.
A los veintisiete años era médico veterinario y zootecnista y estaba casado y con tres hijas. En 1968, cuando cumplía veintiocho, la excelencia de la tesis que presentó para graduarse le valió una beca en la universidad de San Marcos de Lima. Pocos meses después de irse, mandó a buscar a su esposa y sus hijas.
Algunos de los recuerdos más marcados de mi infancia son de Lima, donde gobernaba Velasco Alvarado y por eso  se encontraban libros como el diario del Che, recién publicado. Playas de arena blanca. Playas de rocas que formaban piscinas naturales. Un pelícano haciendo popó en la cabeza de un hombre que iba en nuestra misma lancha, en el puerto del Callao.
Y muchos museos con esculturas enormes que durante varios años fueron parte de mi pesadilla nocturna recurrente. Y balcones de madera que parecían de encaje en tortuosas calles coloniales. Anticuchos, picarones, incacola.  Posiblemente por esos recuerdos es que las novelas de Mario Vargas Llosa me atrapan y son una parte tan importante de mi vida.
Dentro de los universitarios que eran nuestros vecinos había algunos militantes comunistas que pronto se hicieron amigos de mi papá. Uno era boliviano y se llamaba doctor Santa Cruz y el otro Enedino y era peruano. También estaba el chileno Lucho. Algunos eran becados y otros catedráticos, pero casi todos tenían a sus familias en Lima, viviendo en Salamanca de Monterrico, una colonia donde los vecinos trabajaban o estudiaban en la universidad. Todos tocaban muy bien la guitarra y algunas veces emborrachaban a mi padre, el más joven del grupo.
Fue en Perú donde supe que se podía vivir sin refrigeradora y sin tele y donde la Paty descubrió que no existía Santa Claus. Poco antes de la navidad, la Paty vio a mi papá entrando sigilosamente, tratando de esconder los paquetes donde llevaba nuestros juguetes de Navidad.

Al ver que llevaba osos y pelotas salió corriendo y gritando: “Santa no existe, Santa no existe”. No recuerdo que explicación nos dieron pero mi papá nos llevó al patio, donde mi mamá nos tomó la foto con los juguetes que mi papá había tratado de esconder para darnos en la mañana de Navidad.
La vida de toda nuestra familia cambió radicalmente a partir de ese año en Perú. Las fotos se quedaron por décadas en calidad de negativos, viajando en diferentes maletas a México, La Habana, Costa Rica y no sé a donde más, hasta que Claudia y Jon comenzaron a restaurar los negativos con mucha paciencia.
Yo soy una gran impaciente. Aunque mi hermana diga que todavía le faltan retoques, a mí me gustó mucho la foto y quiero compartirla, me trae muchos y muy buenos recuerdos de la mejor parte de mi infancia, cuando apenas comenzaba a entender la diferencia entre lo real y lo imaginario. Gracias hermana por la foto y los recuerdos.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Cacao...bebida de los dioses


La semilla comenzó a separarse y salió la primera hojita

Su nombre científico es Theobroma Cacao L. Tehobroma es una palabra griega que significa "alimento de los dioses".  La L es porque fue clasificada por Linneo.
Tiene fama de ser una planta de difícil cultivo, originaria de Suramérica, posiblemente de Bolivia, y dentro de sus peculiaridades están los enormes frutos (yo pensé que no reducen, pero ya averigué que sí) y las flores que pueden brotar todo el año en condiciones apropiadas.

El mío lo trajeron mis queridos hijos de un sitio arqueológico en la frontera, del lado mexicano. Se comieron el fruto que era enorme, y me regalaron algunas semillas. Las tuve al sol unos días y luego las hidraté por dos días en un vasito con agua. Escogí las dos que no flotaron y de éstas una germinó.
Ha pasado aproximadamente un mes desde que sembré la semilla en sustrato de broza cernida con arena blanca cernida también, viendo que el sustrato se mantenga húmedo. Aquí están los resultados:


Aproximadamente a los diez días la plántula comienza a levantarse,
lleva la semilla como un casquito.

Al día siguiente y los próximos, la plántula termina de pararse.

En los próximos días la semilla se abre...
y una figurita que me recordó el cuento
de Almendrita apareció en medio.

El tallo sigue creciendo, la semilla se separa
y llegan nuevos brotes.


Arriba pueden verse las dos nuevas hojitas...

En la semilla aparecieron unas venitas verdes que alimentan a la plántula.

Mi futuro bonsai de cacao, por ahora
una plántula que se ve bastante fuerte...

domingo, 1 de mayo de 2011

Leche de soya, paso a paso


Mi leche de soya terminada.
El fondo oscuro es del frasco.

Está de moda y eso la vuelve polémica. Dentro de los argumentos más fuertes en su contra no podemos ocultar que la cantidad de plantaciones de soya transgénica amenazan bosques y han desplazado  a otros cultivos en grandes territorios del mundo. Puede ser que la propagación de sus beneficios sea parte de una estrategia de los productores para inducirnos a consumirla.

Pero es deliciosa y muy barata. Y sus detractores no pueden negar que el frijol de soya, aunque sea transgénico, contiene gran cantidad de nutrientes y es de especial ayuda en diversidad de procesos degenerativos. La okara, de donde se obtiene la soya texturizada (que conocemos como Protemás), es el bagazo que queda después de colar nuestra leche.

Es importante mencionar que la leche de soya o cualquier otro alimento, incluyendo las fórmulas industriales de "leche maternizada", no son el alimento ideal para el lactante, que debe tomar únicamente la leche materna, como los demás mamíferos.



1. Una libra de frijol de soya
remojada durante 12 a 15 horas

 
2. Licúo la soya con el agua de remojo. Mi colega René
la muele en piedra, seguro queda exquisita pero cuanto trabajo.

 3. Agrego: 1 raja de canela grande, media taza de azúcar morena,
una pizca de sal y una cucharadita de vainilla clara.

 
4. Pongo mi atol a hervir. Cuando rompe el hervor, retiro del fuego.



5. Cuando mi atol se enfría, lo cuelo en un trapo previamente
hervido con cloro y desaguado cuidadosamente.



6. El bagazo que queda en el paño es la okara. Cuelo pequeñas cantidades para
evitar accidentes y aparto la okara, que mañana procesaré como embutidos de soya.


7. Hiervo la leche u horchata de soya. Esta vez le agregué: nuez moscada,
1/2 taza de rapadura rallada, más azúcar, sal y vainilla. Quedó muy rica.



sábado, 30 de abril de 2011

Se fue Ernesto Sábato

"Un sábado de mayo de 1953, dos años antes
de los acontecimientos de Barracas, un muchacho
alto y encorvado caminaba por uno de los senderos
del Parque Lezama"
No me atrevo a escribir nada para él, porque mis palabras sonarían torpes y ridículas, pero es un día demasiado importante como para que pueda dejarlo pasar sin atreverme a copiar citas del libro que escogería si tuviera que quedarme solo con uno para el resto de mi vida:
 “Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza” (Bruno a Martín)
“Nos han quitado al Cristo ¿y qué nos han dado, en cambio? Autos, aviones, heladeras eléctricas” (el loco Barragán, haciendo reír a la clientela en el café de Chichín)

“Es probable que comiendo lechuga usted mejore el funcionamiento de sus intestinos, pero me parece muy difícil que logre echar abajo la sociedad burguesa (Vidal Olmos a un zapatero tolstoiano en una reunión ácrata)
“¿Qué tiene? Es una hermosa cabeza y te diré que me hace bien verla de vez en cuando, en medio de tanta basura. Aquéllos al menos eran hombres de verdad y se jugaban la vida por lo que creían” (Alejandra, cuando le cuenta a Martín la historia de la cabeza de su antepasado, Bonifacio Olmos)
              

"Se encontraban en lugares tan absurdos como el hall
del Banco de la Provincia o en el Puente Avellaneda"

"Y un día más terminó en Buenos Aires: algo irrecuperable para siempre, algo que inexorablemente lo acercaba un poco más a su propia muerte"